AL PUEBLO DE DIOS
Y A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD
“Y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento” (Lucas 2,7). No hubo un lugar digno para que naciera, rechazado desde antes de su nacimiento e ignorado por muchos hasta nuestros días. Esta es la triste historia de la Navidad, la que se repite día a día entre nosotros los que nos decimos cristianos. ¿Por qué? Porque vivimos la Navidad como un recuerdo, más que como un acontecimiento.
Caminaron durante varios días desde Nazaret hasta Belén -unos 115 km- para cumplir con un deber ciudadano; María y José iban a empadronarse cumpliendo con el edicto de César Augusto. Sin duda iban en caravana acompañados por gente de la misma condición social, y al igual que ellos muchos tuvieron que pernoctar en las periferias, a cielo abierto. Jesús nace en un establo. Cuántos en nuestros días van en caravana buscando una vida digna, sufriendo el rechazo de quienes permanecemos en nuestra zona de confort. Esa gente son sólo noticia enternecedora, mañana ya no los recordaremos.
Jesús sigue estando entre nosotros, pero su presencia nos incomoda, se vuelve invisible a nuestros ojos y sobre todo a nuestra conciencia. Está ahí en el necesitado, en el anciano que se vuelve un fastidio, en el pobre que vaga y duerme en las calles, como en el establo de Belén. Está ahí en la mesa de Noche Buena familiar, pero al mismo tiempo es el gran ausente, la fiesta es para nosotros, los regalos son para nosotros, el festejado se quedará mirándonos.
Que no nos de miedo decir a las nuevas generaciones que la Navidad nos habla del Niño Jesús, que los niños en su inocencia descubran detrás de cada regalo material una bendición de un ser real que es el mismo Dios hecho hombre, no dejemos que la mercadotecnia y el paganismo nos secuestren este acontecimiento a través de un personaje que se aparece cada año desplazando a quien si es real y siempre está con nosotros, el Niño Dios.
Cambiemos la historia. Por una noche -y los días que le siguen- ¿será posible que Jesús sea el Protagonista de nuestras vidas? Seamos optimistas desde una realidad transformadora, organicemos una Navidad para Jesús. Démosle hospedaje para que nazca en nuestros corazones y reine en nuestras familias. Donde hay paz y caridad hay Navidad.
Con afecto de Pastor y Hermano:
+ Miguel Ángel Alba Díaz
Obispo de La Paz